​

• Aumentar el compromiso y adherencia de la persona adicta y sus familias a los tratamientos.

• Disminuir el número de recaídas post-tratamiento.

• Reducir los comportamientos disfuncionales psicosociales asociados a la adicción tanto dentro de la familia como en el entorno más próximo.

• Mejorar las relaciones familiares, laborales y sociales y el clima emocional en estos contextos.

Al trabajar el psicoterapeuta conjuntamente con los miembros de la familia, éstos se convierten en una pieza clave del tratamiento para entender la adicción y de esta manera, ayudar eficazmente a la persona adicta.